domingo, 31 de marzo de 2013

Postdata.

Me gustan los postdata, indican que no está todo dicho aunque se intente una despedir. Literalmente significa después de la fecha, después de la data. ¿Y qué se dice cuando parece que está ya todo dicho?Me gustan porque son esa chispa de misterio, ese quiero y no puedo. Ese toque de melancolía que bien nos puede recordar un beso, una dirección, una canción, una frase dicha en algún lugar ... El postdata a veces nos cuenta más que la propia carta. Un punto y final que nunca lo es. Indica que no todo está dicho que aún hay que llegar a la conclusión final, que el final aunque parece próximo no lo está. Una bocanada de aire fresco, una esperanza que se alimenta de quizás ...

El postdata nos acurruca el ansia, nos envuelve el corazón, nos subestima diciendo "todo puede terminarse, pero quédate un rato más que todavía no". El postdata sabe de amor y sabe de guerra. Sabe como terminar creando espectativas. Es el resumen perfecto, el final no final esperado. Es ese momento, como cuando llueve y compartes paraguas, de repente para de llover, los dos que lo comparten lo saben pero se aproxima el beso y los segundos se alargan hasta que llega el ruido y cae otra gota y los labios se rozan.

El postdata es una historia en si misma que cuenta más, en ocasiones que lo escrito antes. El postdata es ese quiero y no puedo. Es ese empujón final que pocas veces dice nada y siempre lo dice todo. Es ese punto de locura en la mesura es esa cordura en la locura. Es la esperanza de muchos cuando se dicen adiós. El postdata es el principio de un final que nunca acaba.

Postdata: ... Te espero






domingo, 24 de marzo de 2013

Cuestión de credos

No creo en Cúpido, ni en los que se escudan en la crisis y no lo intentan. No creo en los políticos ni en los tertulianos de medio pelo de televisión. No creo en los aniversarios, ni en las etiquetas. No creo en las fórmulas matemáticas, tampoco creo del todo en el destino. Los horóscopos los carga el diablo y tampoco creo en el Diablo. No creo en las mujeres fatales, ni en la fatalidad de los hombres. No creo en la gente que prefiere leer en un ordenador en vez de en libro de papel. No creo en la gente que habla a gritos, ni a los que te escupen los buenos días. No creo en el ketchup, ni en los que dicen la última y me voy a casa y lo cumplen. No creo en las personas que no devuelven las sonrisas. No creo en la gente que no cree en nada.

Creo en el amor a primera vista, en el café recién molido y en las buenas conversaciones. Creo en el Principito y en las estrellas y creo en los niños que hacen muchas preguntas. Creo en el mar, en las cometas y en el viento. Creo en las buenas cenas y los buenos desayunos. Creo en la amistad eterna, creo en los susurros que erizan la piel y en las competiciones sin prestigio. Creo en un mundo sin reloj y un reloj que mire desafiante al mundo. Creo en las horas muertas, y que a veces una hora de menos puede ser una hora de más. Creo en la música como religión y el fútbol como demostración de fe. Creo en el color amarillo conjuntado con cualquier otro. Creo en la poesía y en la literatura sudamerica. Creo que las chicas son guerreras. Creo en las minifaldas y los tacones; y los pijamas anchos con bolsillos y las camisas blancas recién planchadas, si son de hombre mejor. Creo en el tango y en Morfeo, y de la mitología el mito de Ariadna y Teseo siempre fue mi preferido. Creo en las nanas y en las casualidades, en las letras que riman y en los besos. Creo en los abrazos entre "acurrucos", en los besos tiernos y en los pasionales, creo en la risa como opción de vida. Creo que no se puede disimular cuando se está borracho y cuando se está enamorado. Creo en el poker jugado por camaleones y creo que no siempre la pareja de ases es la mejor mano. Creo en las creencias y la gente que las respeta. Creo en el minuto 116 y también en un golazo de un grancanario en Anoeta.  Creo que el vino y la cerveza saben mejor en compañía. Creo en el mar y en el sol como cura para el alma, creo que siempre es mejor una huída hacía delante y creo y no dejaré de creer nunca en las historias de amor.



miércoles, 6 de marzo de 2013

Ataques de risa

Hay ataques por malentendidos, por bromas, por caídas, por conversaciones disparatadas, por recuerdos ... y  porque sí. A mí, me dan bastante a menudo, sí señores míos puedo derramar la azúcar mientras intento volcarla en la taza porque me da una especie de temblique , un temblique curioso que comienza a hacerme llorar y a hacer reír a todos los que me rodean.

Hace poco tuve el último, me preguntaron sobre objetivos y pensé que se trataba de mi vida y no, por suerte me preguntaban por el objetivo de la Nikon. Una pequeña confusión por la que casi le cuento a un desconocido una gran tesis emocional sobre mi vida, un viaje al pasado y al futuro, un de donde vengo y a donde voy importante. De la que se libró el pobre.Y esta introducción es para decir que hoy quiero escribir sobre la risa

...Esa que cura corazones, rejuvenece a personas, alivia el dolor, nos hace sentir más guapos. Esa que nos da salud, que nos devuelve la ilusión, que nos libera de las cadenas del mundo por unos instantes. La risa es contagiosa y todo el mundo sonríe. Los bebes se ríen y nos hacen reír desde que nacen, es algo nuestro que viene con nuestra forma de ser. Todas las etnias y razas del planeta podríamos comunicarnos por la sonrisa. Incluso creo que mi gata, en ocasiones cuando le hago cosquillas me sonríe...

La risa tiene efectos paliativos y adictivos, es una droga sana, a uno los enamora, a otros les hace pasar millones de minutos juntos y a otros les alegra el día ver como todavía queda gente que a primera hora de la mañana te regala una sonrisa por buenos días.

Y es que deberíamos sonreír más a la vida y a quienes están en ella; por convicción, por optimismo o, si lo prefieren por gandulismo, ya que sólo hacen falta 17 músculos para sonreír y 43 para fruncir el ceño.


Yo me propongo cada día sonreír y cada vez son más habituales los ataques de risa.


Gracias a todas esas personas que en algún momento del día, de la madrugada o del alba me hacen sonreír.

domingo, 3 de marzo de 2013

Suicida emocional.

Suicida emocional, kamikaze de los sentidos. Veía las piedras, veía el montón que había de ellas y una y otra vez volvía a tropezarse. Dolía, le dolía quererlo tanto y le dolía agacharse y con ese montón de piedras construir las mentiras de que quizás en un futuro él la ayudaría a levantarse. Él era uno, uno sin más, según el mes o según el año. Él solía ser cualquiera que la camelase con palabras bonitas.

Se llamaba Ciega y siempre en sus madrugadas llovía. Dormían juntos cada noche pero ella sabía que la mente de Él estaba a mil kilómetros de distancia, quizá soñando que desnudaba a otra. Ciega era confiada y testaruda, caprichosa en exceso y no distinguía el amor  del deseo ni el deseo del placer ni el sexo del cariño.

Por eso ese montón de piedras porque mientras ella corría detrás del viento, intentando pararlo no se daba cuenta de que, quizá alguien quería sujetarla en tierra firme, besarla y abrazarla mientras dormía. Porque a Ciega le ponía ser una cometa, porque en el fondo, si buscase el verdadero amor no la camelarían con palabras bonitas sino con hechos bellos. Pero ya se sabe, ella siempre quiso ser una suicida emocional, una kamikaze de los sentidos... una pobre diabla que baila al son del viento.