lunes, 9 de abril de 2012

Ronroneo y labios rojos.

No tenía nombre, no tenía edad, no le importaba nada no saberlo porque no tenía muecas, no sabía interpretar las señales, no le apetecía escribir, se le había olvidado quien era, se le olvidó sonreír.

Era mujer, soñaba con gatos y tenía los ojos grandes. Le gustaba inventarse palabras e historias y muchas veces se le olvidaba quien era.

Un día cualquiera se le ocurrió mirar por la ventana, vio cosas maravillosas... ese día se pintó los labios de rojo y volvió a sonreír. El gato que tenía a su lado ronroneó. El reloj marcó las doce, comenzó a llover.

... No era tan difícil, pensó. El gato volvió a maullar y ella volvió a reír.