domingo, 4 de septiembre de 2011

El fútbol tiene alma de radio.

Cerró los ojos y escuchó el silencio. Toda la vida había ido al estadio con su hijo. Le encanta el olor del verde, los gritos del señor que se sentaba dos asientos más abajo en el Insular y la viejita que llevaba bocadillos para todos en los descansos de los partidos. Se acordó de que eran muchos, como él,  los que llevaban una pequeña radio para escuchar la narración del partido aunque ellos estuvieran viéndolo en vivo. Se acordó de todo porque ese día llegaba al Gran Canaria con su nieta pequeña y con su hijo, como lo llevaban haciendo durante más de veinte años. En su bolsillo llevaba la radio que siempre le acompañaba para escuchar cantados los goles de la UD Las Palmas, para ver si el árbitro se había equivocado con el penalti o para ver cómo iban los demás equipos. 

Todos se sentaron en sus butacas después de saludar a los habituales, se sacó la radio del bolsillo y la metió en la mochila de la niña, no sé para que la traje si no pueden retransmitirlo, pensó. Miró hacía las cabinas y le dio mucha pena; estaban vacías, las radios estaban en silencio, los micrófonos estaban apagados y al estadio parecía que faltaba algo. 

¿El fútbol sin radio? El abuelo empezó a recordar cuando tuvo que quedarse aquella semana en el hospital, era una bobería de operación pero tenía que quedarse en reposo y tuvo que quedarse sin ver a su Unión Deportiva. Entonces, recordó lo que había pasado ese día: encendió la radio y desde el pasillo del hospital se oían improperios al árbitro, se escuchaban los "uys", se oían las risas y aquella habitación que al principio estaba vacía se fue convirtiendo en un campo de fútbol, con sus gradas y su aroma; casi se podía escuchar los chasquidos de las pipas y el silbato del árbitro. Recordó que esa habitación del hospital se fue llenando de gente, unos venían a preguntar como estaba y enseguida callaban al escuchar el partido, otros no decían nada simplemente se sentaban a su lado para seguir al equipo amarillo. Era un ritual, se sufría y se sentía como si estuvieran en el estadio, todo gracias a ese locutor que con su voz estaba dibujando el estadio, el colorido, los guantes del portero, la herida sangrante del rival, el balón que daba en el larguero, el frío y el calor y los goles...

El señor volvió a abrir los ojos y su mente regresó al Estadio. Sacó de la mochila de su nieta la radio que había colocado allí minutos antes, buscó el dial y esperó... 

- ¿Qué haces papá? No van a dar el partido.
- Nunca se sabe hijo, yo lo pongo por si acaso, porque el fútbol sin radio parece que no es totalmente fútbol.

Miró a su nieta, le sonrió y le dijo:
-  Atenta que ya empieza el partido, mira que amarillo más bonito el de la casaca. Con una mano le acariciaba el pelo a su pequeña y con la otra seguía intentando conseguir un dial que le radiese el fútbol, ese fútbol que ya había empezado. 

El fútbol tiene alma de radio y si las quitan, le roban un trozo de alma al fútbol. 

----) Escuchen el link y díganme que esto no es pasión, díganme que esto no es fútbol. 




Con este gol la UD Las Palmas siguió en la lucha de subir a la 2ªDivisión. Lo viví con esta retransmisión en mi residencia de Salamanca, no lo olvidaré jamás.       #noalfutbolsinradio