Es un árbol viejo o quizás un viejo árbol de sobra conocido por esa pareja de ancianos que hoy caminan despacio y sonriendo sobre esa cama de hojas secas que en otro tiempo les sirvió de almohada para ver las estrellas. Se acercan hasta él y como si fuera una caricia tocan el tronco rugoso y áspero dándole las gracias por seguir allí recordándoles lo que se quisieron, lo que se quieren y los cuarenta y dos otoños que llevan juntos.
-El otoño es mi estación favorita- dijo la anciana.
- La mía también cariño, la mía también... - respondió él.
Se dan la vuelta y siguen su camino despacio, con las manos entrelazadas, la mirada briosa y la sonrisa en sus caras.
El árbol rojizo se queda allí, como siempre, atento a todo lo que le rodea, tranquilo y en paz. Sabe que la pareja volverá cuando el otoño vuelva. Llega una pequeña brisa y unas cuantas hojas rojas y amarillentas se reúnen con las demás que ya han caído. Desde lejos parece que el viejo árbol sonríe... lleva muchos otoños siendo bello, grandioso y único, lleva muchos otoños tiñéndose de rojo y enamorando a quienes por su lado pasean...
Un árbol viejo o quizás un viejo árbol pero precioso y lleno de vida.
Otoño en Gran Canaria, fotos sacadas en la Cruz de Tejeda |