Es un árbol viejo o quizás un viejo árbol de sobra conocido por esa pareja de ancianos que hoy caminan despacio y sonriendo sobre esa cama de hojas secas que en otro tiempo les sirvió de almohada para ver las estrellas. Se acercan hasta él y como si fuera una caricia tocan el tronco rugoso y áspero dándole las gracias por seguir allí recordándoles lo que se quisieron, lo que se quieren y los cuarenta y dos otoños que llevan juntos.
-El otoño es mi estación favorita- dijo la anciana.
- La mía también cariño, la mía también... - respondió él.
Se dan la vuelta y siguen su camino despacio, con las manos entrelazadas, la mirada briosa y la sonrisa en sus caras.
El árbol rojizo se queda allí, como siempre, atento a todo lo que le rodea, tranquilo y en paz. Sabe que la pareja volverá cuando el otoño vuelva. Llega una pequeña brisa y unas cuantas hojas rojas y amarillentas se reúnen con las demás que ya han caído. Desde lejos parece que el viejo árbol sonríe... lleva muchos otoños siendo bello, grandioso y único, lleva muchos otoños tiñéndose de rojo y enamorando a quienes por su lado pasean...
Un árbol viejo o quizás un viejo árbol pero precioso y lleno de vida.
Otoño en Gran Canaria, fotos sacadas en la Cruz de Tejeda |
que de secretos guarda ese viejo árbol... tan distinto pero tan igual al resto ... en cada rincón... preciosa historia, ¿algún día seremos esa anciana?
ResponderEliminarun beso. enhorabuena una vez más. Sara.
Es bueno tener siempre árboles a nuestro alrededor. Donde poder jugar, descansar, pensar... donde sentirte seguro. Tú, Tania, sabes que tienes muchos árboles que te siguen con la vista, te cuidan, siempre podrás contar con ellos. Un besote. Jose
ResponderEliminarHola tania, bonito relato me gusta
ResponderEliminarsobre todo las que tenemos muchos otoños y algunos inviernos hemos visto, muchos arboles reales o imaginarios.
El de mis recuerdos esta en guayadeque. un beso laly