jueves, 4 de septiembre de 2014

Decálogo de Septiembre.

Septiembre es un nuevo comienzo, es la segunda oportunidad del año. Es renovar metas, entrenar duro para cumplirlas, proponerse de nuevo lo que nos propusimos en Enero y se nos fue olvidando.
Septiembre me cae bien, siempre me ha gustado. Se para el viento, vuelven los abrazos y todo vuelve a empezar. Los decálogos de Septiembre siempre tienen banda sonora, buenos propósitos y laca de uñas roja en los pies. Todavía huele a verano, las puntas están ensalitradas y las mejillas sonrosadas. En Septiembre comienza todo, otra vez.

Mi decálogo es:

1. No despertar un solo día, mejor amanecer a diario.
2. Sentir cerca del mar y gozar de cada café con dos de azúcar.
3. Apuntarme en una academia de inglés y cantar muy alto cuando conduzco mi coche.
4. Que no se me quede ningún TeQuiero en el tintero.
5. Sonreír más, escribir más y que alguien me regale una libreta bonita.
6. Comprarme un vestido amarillo.
7. Decidir en cada momento lo que me haga feliz.
8. Seguir desayunando y cenando con él.
9. Beber cerveza en compañía de los míos y brindar con vino blanco cuando hayan buenas noticias, cuando se apague el sol, cuando las risas sean contagiosas y cuando un buen trago parezca necesario.
10. Abrazar. Abrazar a mi familia, abrazar a mis amigos en cada ocasión y seguir recibiendo achuchones del chico que da los abrazos perfectos. Abrazarme a mí misma, mimarme, quererme y ser consciente de que ha vuelto Septiembre y yo sigo viendo como atardece en el oeste.


... Abrazos para todos.





martes, 5 de agosto de 2014

Escribiendo un tango.

Hay quien escribe por hacerse el interesante los hay que se creen interesantes porque escriben , los hay que escriben artículos interesantes, los hay interesantes sin más y los hay que escriben porque sí y después están los que bailan tango.

Hay quienes escriben con bolígrafos o plumas y los hay que prefieren teclear el ordenador. Los hay que sin manchar un papel de tinta escriben una vida entera. Esa vida que va pasando que no nos damos cuenta de la que somos participes, esa vida que parece un baile y que a veces pasa demasiado deprisa. Yo prefiero vivir como escribo siendo primera persona, protagonista de mis historias y personaje principal en las historias de las personas a las que quiero. Yo vivo como escribo y escribo como bailo.

La vida se escribe, a veces entre cafés y otras veces en cada paso. Pasos vividos; unos cortos y otros largos. Yo prefiero vivir la vida como si fuera un tango; pasional, sin perderme nada, sonriendo y llorando, sintiendo, amando, dejando, caminando, corriendo, soñando... viviendo en definitiva porque qué es acaso un baile.

Hay quienes se ponen música para escribir y hay quien tiene su propia banda sonora. La escritura son matices, la vida son instantes y un tango puede durar toda una vida.

...Te invito a bailar, vente, la música ya está puesta.


lunes, 23 de junio de 2014

El dolor casi llega a ser físico.


El dolor casi llega a ser físico, no lo es, es peor, es dolor del alma. Tarda más en irse, tarda más en olvidarse, tarda en desaparecer. Ellos saltaron y ningunearon de esta forma a una afición que sí es de Primera. Ellos no deberían haber estado allí, "su fiesta" nos arruinó la nuestra, la deportiva, la que llevábamos esperando catorce años. Lloré como lloró mi padre, como lloraron mis vecinos de grada, como lloró mi mejor amigo tres filas más arriba. Lloré de rabia y de impotencia, nos robaron un sueño que ya estaba casi hecho, sólo quedaba un minuto y medio y la isla y el equipo alcanzarían la gloria.

Nos lo merecíamos todos, todos menos ellos. Se lo merecía cada jugador, cada miembro de esta Unión Deportiva porque recuerden ya lo indica el nombre, somos la Unión Deportiva. En ella no caben estos desalmados. Se lo merecía mi familia y la de tantos que jornada tras jornada acude al Gran Canaria, se lo merecían todos esos amarillos que se desplazan para no dejar a su equipo solo en los campos peninsulares. Me lo merecía por sobrevivir a una derrota en el primer partido que fui al Insular, por la traumática mudanza al Gran Canaria,  por vivir el descenso en Bilbao y por el descenso a 2ºB, porque viví todo el proceso concursal y la casi desaparición del club, porque el año pasado tuve el ascenso casi en mis manos mientras trabajaba y me lo merecía este año por dejarme la garganta y el alma en cada partido. Se lo merecían mis compañeros de profesión, todos. Se lo merecían toda esa masa social, que al final son las personas que lloran las derrotas y se abrazan en las victorias. Nos lo merecíamos todos, todos menos ellos.

Lloramos demasiado con esta Unión Deportiva Las Palmas nuestra pero lo de ayer fue distinto a todo. Los que nos robaban estaban dentro como si del caballo de Troya se tratase, esos que siempre terminan estropeándolo todo y dando una imagen que no se corresponde con lo que somos. Ayer vi muchos niños, jóvenes y mayores en los aledaños. Ví familias enteras que querían apoyar al equipo de sus amores, vi como 31.000 personas gritaban a los que habían saltado y vi lágrimas que quedaran en mi retina para siempre. Eso que se vio en la televisión no es la Unión Deportiva Las Palmas pero sí una plaga a batir en nuestra sociedad. Nos robaron ellos, por eso duele más, porque estábamos a un minuto de conseguir el premio para toda una isla, a un minuto de nuestro sueño.

Sin duda esta ha sido la peor de las derrotas, la más desoladora y la más cruel. No hay consuelo posible sólo esperar que el dolor vaya pasando.


martes, 11 de febrero de 2014

Quiero...

Quiero...

Quiero aprender italiano, quiero escaparme contigo a Paris y bailar bajo la lluvia donde la Torre Eiffel, contar las baldosas que llegan hasta el cielo, mover la cintura en una pista de baile, cantar en el coche una canción en inglés mientras el sol me pega en la nuca.

Quiero saltar de alegría en una playa desierta, volar como lo hacen los pájaros, convertirme por un instante en bruja y hechizar a todos con sonrisas. Quiero regalar una mirada marrón a todo aquel que tenga un mal día, endulzar mi café con dos de azúcar, leer un periódico en papel mientras me tapo con una manta, sentir el chisporroteo de una chimenea, apagar las amarguras, instalar los suspiros.

Quiero correr hasta que los pies se cansen, despedir cada día cerca del mar, aprender a atardecer como lo hace el cielo en el oeste, reinventarme una y otra vez y siempre tener ese atisbo de mí. Quiero volar en un globo aerostático y brincar desde la estratosfera como ya lo hizo un tal Félix, pintarme las uñas de color rojo y desafiar al frío con una gran sonrisa. Quiero perderme en el invierno, encontrarme en el verano y vivir en una eterna primavera.

Quiero recordar cada viaje, viajar más, soñar más, sentir más, pensar, quizás, un poco menos. Quiero ojear fotos y dar besos, aprender a hacer magdalenas y repasar la tabla periódica. Quiero contar versos y hacer prosa, volar en una alfombra mágica y abrazar a diario al que da los abrazos perfectos. Quiero saltar charcos, alzar la cometa cuando hay viento, besar sin mesura cada mañana y quiero decirle a todos esos corazones errantes que Febrero está a medias a falta de un pequeño bocado y con ganas de un gran baile.


...Quiero.

miércoles, 22 de enero de 2014

Volvieron los cuentos.

Ella siempre tuvo buena memoria. A menudo contaba cuentos hasta que, por desavenencias con el destino se quedó afónica, el bolígrafo le empezó a pesar y las hojas volaban como vuelan los colibríes, rápido y hacia atrás. Se dedicó a vivir, a soñar y a imaginar. Se dedicó a viajar y a fotografiar la vida. A disfrutar de los amanecer, de los atardeceres y de los puntos suspensivos donde parecía que no pasaba nada pero en ellos residía toda la historia, la que se podía contar y la que se guardaba en sus pupilas.

Ella siempre tuvo buena memoria. Soñó y gozó, vivió y durmió. Se balanceó en medio de elefantes, se sumergió cerca de caballitos de mar, escaló montañas altas y remoloneó entre sábanas blancas. Pero un día, de nuevo, volvió la voz, su afonía se marchó como se marchan las nubes tras la tormenta, y regresaron sus ganas de volver a contar cuentos. Fue entonces cuando esa sonrisa de niña traviesa también volvió y se instaló en su cara; como quien encuentra el marco perfecto y la pared perfecta para colocar la fotografía que recoge el instante perfecto, un beso entre susurros, risas y parpadeos en medio la nada.

Volvieron los cuentos y las ganas de contarlos.