domingo, 21 de octubre de 2012

Caña de limón y fresas

Suena el teléfono y la sonrisa se instala en su cara. No teme que pasen las horas, sabe que pronto será feliz. Toma un sorbo de su té preferido, fuera llueve y se acurruca bajo la manta. Le gusta el olor que desprende su jardín cuando hay tormenta, huele a petricor, esencia de Dioses. El teléfono vuelve a sonar y parpadea la luz roja

- Tengo preparada las fresas y el pan. Trae vino, te espero.

Mira por la ventana y se rie. Cotidianos esos pequeños detalles que le hacen ponerse a soñar y sonrojarse. Fuera sigue lloviendo y recoge la caña de limón que desde siempre ha estado plantada en ese rinconcito al lado de los geranios. Se mira al espejo, se pone brillo en los labios, sonríe y sale de casa. Conduce bajo la lluvia y sigue la estela de luces que la llevarán a su destino.  Toca el timbre, se abre la puerta

- Traigo el vino y la caña de limón. - (Calla, se sacude el pelo, cierra el paraguas)- Tengo frío.
- Yo te abrazo.

Sonríen, se abrazan y cierran la puerta.



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