domingo, 15 de enero de 2012

Se vistió de gris y se olvidó la sonrisa

Sonó el despertador, era demasiado temprano para todo, también para levantarse. Siguió tumbada en la cama cinco minutos más, pero era el tiempo de prórroga el que se daba para habituarse a la luz, al olor del café de la vecina, a los objetos que la rodeaban; Era un tiempo de prórroga para memorizar su sueño. Tras acordarse de que la noche anterior se acostó llorando se levantó de golpe, fue al baño y se lavó la cara. Nadie está guapa a las ocho de la mañana, pensó mirándose al espejo. Allí estaba, mirando sin mirar, oyendo sin oír, diciendo que no había soñado nada cuando su vida se resumía en sueños. Allí, con carita de cansada escuchó como el silencio le estaba ofreciendo su frío abrazo y su inacabado comienzo.  
Se vistió de gris, se peinó el pelo y no se puso carmín rojo en los labios, para qué. Volvió a mirarse al espejo y no se dedicó ninguna sonrisa.

Bajó cinco pisos por las escaleras, se olvidó el paraguas y fuera llovía. Maldijo su suerte pero no tenía ni tiempo ni ganas de volver a buscarlo. Cogió un panfleto de publicidad que habían dejado en el portal y lo usó de parapete. Corrió calle abajo y entró a la cafetería de siempre, pidió un café con leche con dos de azúcar como siempre y se sentó en la mesa más alejada a la barra y la más próxima a la ventana. Se peinó como pudo el pelo que estaba algo mojado por la intensa lluvia, bebió un sorbo de café y mientras pensaba en su falta de suerte se percató como unos ojos negros le miraban desde lejos. Sin saber por qué, le sonrió, hacía años que no lo hacía pero lo hizo sin pensar. El hombre caminó entre la multitud de la cafetería que se había llenado por muchos que querían cobijarse de la lluvia, avanzó hasta ella, le dedicó una sonrisa a medias y la miró, muy de cerca, con galantería.

-      -  ¿Está esperando a alguien señorita?

Confundida, miró rápidamente hacía atrás por si acaso no estuviesen hablando con ella y acto seguido a la silla que estaba en el otro extremo de la pequeña mesa que ella ocupaba.

-      -  No, no espero a nadie, por qué.
-      -  Es que el café quema, no hay mesas libres y no encuentro mejor forma de disfrutar del desayuno que  admirando su sonrisa.

Ella que se había vestido de gris, que no se había pintado los labios ni se había peinado, que había maldecido su suerte por olvidarse del paraguas en un día tan lluvioso, sonrió, por fin sonrió después de mucho tiempo. Le invitó a tomar asiento y se preguntó por el acento extraño del hombre de los ojos negros.  Aunque tampoco le importaba ni quien era, ni de dónde, ni qué hacía allí.

-       - Si me disculpa voy un momento al servicio

…Cuando volvió su sonrisa era inmensa y estaba ataviada con unos labios color carmín. Él hombre sonrió al verla y ella no recordó en el espacio de dos horas sus últimos dos años tan demoledores como sin sonrisas. 




-----Quizás el mejor plan sea salir siempre con el carmín puesto de casa o con la mejor de nuestras sonrisas instalada en la cara.----





ESTE AÑO LO QUE TOCA ES SONREÍR. 

1 comentario:

  1. gran consejo...nunca se sabe con quién te puedes encontrar a la vuelta de la esquina!

    un beso pitufa. me encanta! una vez más!
    Sara.

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