sábado, 13 de agosto de 2011

Porque para llevar tutú no hace falta ser princesa.


Para llevar tutú tenía que ser princesa, desde pequeña le habían enseñado eso. Debía ser coqueta, vestir de rosa y ser buena. Las horas para salir a la calle estaban restringidas a cuando estuviera el sol, los amigos tenían que ser mujeres y la mayor aspiración debía ser llegar a ser la perfecta princesa.

Se llamaba Estrella, era buena chica, siempre hizo lo que le dijeron y nunca dio  problemas. Mientras crecía se convertía en la princesa perfecta. Vestía con tutús, su prenda favorita, los tenía de cientos de colores, también tenía zapatos que al caminar soltaban purpurina. El mundo la veía feliz porque ella le sonreía al mundo, lo que el mundo no sabía es que al caer la noche, cuando la aspirante a princesa se iba a dormir, la sonrisa desaparecía y por la ventana miraba hipnotizada, con un rostro triste y desazonado, la oscuridad; esa que tanto le maravillaba y tanto desconocía.  

Una noche, mientras se quitaba el tutú rosa de princesa apareció su hada madrina.
            -   Puedes pedir un deseo, sólo uno, el resto se me cayeron de la varita al estrellarme con la carroza en aquel árbol que separa la rotonda quinta de la sexta. Tienes 23 horas para pensar lo que me quieres pedir.

La aspirante a princesa no pudo dormir, por la mañana su sonrisa había desaparecido y el sol parecía que le segaba las idea. Qué podía pedir si lo tenía todo, acaso un príncipe azul, un unicornio blanco, un castillo de cuento… Qué podía pedir. Se fue pronto a su habitación, como cada día, se quitó el tutú rosa y bostezó. Su mundo le aburría pero ella tenía que ser la princesa perfecta, así lo querían y así lo esperaban todos.

Cuando el reloj de cuco marcó las 12 de la noche apareció el hada madrina y le preguntó si ya sabía que deseo pedirle.
               -  Quiero conocer la oscuridad.

El hada madrina casi se cae del espanto, la niña con tutú parecía muy segura pero eso no es lo que debería pedir una aspirante a princesa. Ya no podía hacer nada, era su deseo. Movió la varita en el aire y con un “chin-pon” apareció en la mano de la aspirante a princesa una escoba y su precioso tutú rosa se fue tiñendo poco a poco de negro y fucsia. La muchacha miró su escoba y su tutú y una sonrisa se dibujó en su cara.
-                 -    No era esto lo que yo tenía pensado para una princesa. ¿Por qué quisiste conocer la oscuridad? Eso no es lo que la gente espera de ti, debías de ser buena, la noche no está hecha para princesas, debías estar en casa a horas normales y ser, sencillamente, perfecta. ¿Tan difícil era?

Estrella, la aspirante a princesa, se montó en su nueva escoba y salió volando a ese cielo oscuro que tanto había observado, mientras, su tutú teñido de fucsia y negro ondeaba en el aire y una sonrisa era perenne en su cara. Miró al hada y le dijo:
- Hada madrina, no te enfades, tengo 24 años y llevo asomándome a esa ventana todas las noches desde que soy pequeña.  Toda la vida llevo soñando con saber más de lo que me rodea. Sabes cuánto tiempo he tenido para pensar; mucho, y anoche, cuando apareciste, me di cuenta de una cosa…

“Mientras las princesas duermen las brujas vuelan...”  y no quiero seguir durmiendo.
(Foto Alyson Aliano) 

4 comentarios:

  1. El primero de los cuentos, este sale totalmente de mi chistera. Espero que les guste!

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  2. Me ha encantado pequeña. Cuanta razon tienes y que forma tan bonita y natural de expresarlo. Un beso

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  3. Perfecta descripción..."mientras las princesas duermen las brujas vuelan"...me encanta...

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  4. Muy original el cuento, le contare a mi nena cuando sea adolescente y no quiera salir =)

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